martes, 10 de marzo de 2015

Cochinadas en la web...



¡No mames! ¡No mames! ¡No mames! Una frase que durante el día de ayer repetí tres veces mentalmente al caer en cuenta de que estoy rodeado de gente que voluntaria o involuntariamente me hacen creer que su relación con el internet se reduce básicamente a buscar chismes, pendejadas e imágenes o videos de personas mutiladas, torturadas y asesinadas brutalmente.


El primer incidente me sucedió con la empleada de limpieza quien se encontraba sentada frente a mi jefa de turno pero no por eso conviviendo del todo. Un compañero y yo discutíamos sobre la solución para uno de los tantos problemas que surgen durante el turno de trabajo y de pronto la risa de esta mujer se desató dando pie a que muchas de las personas que nos encontrábamos en la sala sintiéramos la necesidad de girar la cabeza para descubrir a qué se debía la repentina algarabía. No pasó nada. La mujer cerró la boca y no volvió a hacer ruido alguno durante varios minutos.
Más tarde la misma mujer se apersonó frente a mí y mi compañero con su teléfono en la mano con aparente intención de golpearnos con él directamente en la cara. No fue así, lo que la joven quería era que observáramos un video que alguien le había enviado por el “Face” y que estaba muy chistoso… ¡Ajá! Así que sin más aviso que el de darle play al video empezó, era un sketch hecho casi caseramente en el cual se promocionaba un supuesto medicamento llamado “Mariconasol” (¡Me lleva la rechin…!) ¡Una pastilla para volverte homosexual, con personas actuando como “homosexuales”… no diré más.

El segundo caso y uno de los más inesperados fue el de la secretaria de la empresa quien después que yo le hiciera entrega de varias cajas de paquetería me retuvo en la oficina para mostrarme el libro que estaba leyendo, mismo que por título llevaba algo así como “No se complique, hágase pendejo” cosa rara en ella quien hace unos meses no salía de recomendarme libros acerca de la lay de la atracción y el Ho’ oponopono  (lo peor de todo es que sí me acuerdo del nombre). La verdad es que me dieron ganas de decirle que debido a mi trabajo y debido a un poco de la influencia que ella ejerce sobre los jefes los de mi clase ya no tenemos la posibilidad tiempo de hacernos pendejos.

Ya para atardecer y con más ganas de irme al carajo para mi casita a hacerme pendejo a mi jefe se le ocurre que me veo más bonito sentado en una silla de su oficina viendo cómo se entregaba en cuerpo y alma a la búsqueda de refacciones para un tractor New Holland. Esta oficina es compartida así que en el segundo escritorio se encuentra el típico pervertido que los fines de semana y la oficina está sola se pone a ver fotos pornográficas. Pero las fotos porno no es por lo que me exalto sino por la búsqueda que en ese maldito momento ejecutaba en google… "Los más quemados de [Inserte aquí nombre de una ciudad]". La misma basura que se ve en Facebook, la misma basura que ve una chamaca calenturienta de secundaria, la misma porquería que identifica a muchos de estos usuarios de internet.

Todo esto me hace pensar que a pesar de la evolución de la tecnología y el mayor acercamiento que tiene actualmente con tanto dispositivo móvil, aún vivimos en el año 2002 que al menos para mí fue el año en que obtuve mi primer correo electrónico y descubrí el internet. En aquel momento yo acudía al cibercafé de moda para hacer tareas las cuales eran básicamente copiar y pegar texto, cambiar la fuente y agregar algunas imágenes para después imprimir y encuadernar, es decir sólo usaba google y Word.
Ya por aquel entonces empezaban a impartirse cursos de computación en estos cafés internet y el objetivo principal de estos tipos eran los jóvenes de secundaria que en aquel momento estaban ansiosos de conocer una computadora y usar internet ya que todo esto era nuevo para este pequeño pueblo potosino. Pero ¿Cuál era la técnica que usaban estos vatos? Pues nada más y nada menos que ir a la escuela, pedir autorización de interrumpir clase, poner un proyector y poner en pantalla imágenes “graciosas”, videos, notas acerca de que el “Aserejé” era del diablo, un juego de naipes que te leía la mente, etc, etc, etc.
Me parece que ni las maestras tenían idea de qué estaban haciendo estos tipos pero puedo asegurar que en ese momento mi mente de adolescente supo que el internet tenía que ser algo más que las noticias bizarras de tonterías.com  




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