lunes, 24 de marzo de 2014

Ellas los prefieren cholos

Hola de nuevo mis queridos amigos, ya se me estaba quedando olvidado este remedo de blog, que más bien parece ser el diario de un secundarista con impulsos de rebeldía y tendencias hacia el punk y el rock (aunque sí lo fui). Hoy me acordé de mi época de niño bueno y educado, época en la cual también intenté que alguna niña llegase a interesarse en mí como un compañero fiel y cariñoso más que como un simple amigo.


Pues bien, en la escuela primaria en la que cursé, tuve una amistad muy especial con cierta compañerita que estuvo en mi salón sólo los dos primeros ciclos escolares. Esta niña siempre me acompañaba al almuerzo, nos pasábamos tareas y cosas de ese tipo. A escondidas de todos los compañeros y todavía de los maestros nos gustaba llamarnos "novios". Fue un cariño de esos tiernos e inocentes que se presentan a temprana edad y que no tiene mancha alguna.

Mi amiga partió a otra escuela en la cual reprobó dos años consecutivos, lo cual hizo que al volver a mi escuela cuando yo cursaba el sexto grado a ella le tocara estar en el mismo grupo que mi hermano menor el cual había reprobado un año y era por tanto más chico que ella.

Aquí es donde la historia se complica, bueno para mí, ya que yo, un pre-puberto y persona melancólica ya desde ese tiempo no la había olvidado y de manera inocente por no decirle estúpida le seguía teniendo un cariño en verdad muy grande. Desafortunadamente ahí empecé a vislumbrar una verdad que más tarde se me presentaría como la más persistente de mis lamentaciones, descubrí que "A las mujeres les gustan los vagos y los patanes".

Ya que ella a pesar de que yo le conté abiertamente mis sentimientos de adolescente enamorado prefirió ser novia de mi hermano, él, que de buenas a primeras decidió que también la quería.

No hablaré más de este triste caso, pero si haré referencia de que mis demás compañeras de clase en ese tiempo, solían hablar de los fajes que les daban sus novios. Algunas contaban que sus novios habían golpeado a otro muchacho, o que se habían agarrado a navajazos. Escuchaba pláticas acerca de si sus novios pertenecían a alguna banda, que si "la del pañal" o "la limón", también escuché apodos como "el pecas", "el chupón", "el Mata" o "el matilla", todos parecían sobrenombres de expresidiarios.

En la secundaria el rollo cambió para peor, una chica más se encargó de convencerme de lo que ya me esperaba y tenía como una teoría casi desarrollada: Los detallitos y halagos ya no funcionan como antes. Ni cartas, ni serenatas, ni flores, ellas quieren a un desalmado a su lado, a ese que las dejó embarazadas y desapareció de la faz de la tierra, al que busc broncas y parece que no le importa bañarse aunque se una vez por semana.

Las jóvenes de esos años al parecer iban totalmente en contra del sentido común, algo que a la fecha no ha cambiado del todo. Ya no se ven cholos ni vatos locos en la calle como antes, ya no bailan el Cuntaro's Style, pero ellas a pesar de todo siguen prefiriendo al "bad boy" de la clase por encima del joven inteligente con futuro prometedor y algo que ofrecerles.

En fin, aún se puede objetar a esta opinión con la clásica creencia de que al amor no le importan los estereotipos de buenos y malos prospectos. Ja!



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