sábado, 1 de febrero de 2014

El club de los imbéciles

A ti también te han ofrecido algo pirata, robado o a un precio que no puedes dejar pasar así como así. Lo sé, porque yo lo veo todo pues soy algo así como... mmmm... aaaah, ya sé! Soy un ser superior.
En realidad no, soy un estúpido más, un estúpido que hoy les viene a contar una bella historia sucedida en algún lugar de cuyo nombre no puedo acordarme. Yo someto este relato a su aprobación, aunque tengo que decir que en lo personal, a mí me encanta.


Había una vez, en algún lugar de nuestra amada y tan balaceada república mexicana, una mujer lo suficientemente perjudicada por Televisa y Tvazteca. Esta mujer, a la que llamaré Rufina fue cierto día al supermercado como lo hace cualquier individuo a comprar sus víveres. Ella salió de la tienda cargando sus bolsitas plásticas, cantando un popurrí de Juan Gabriel y mascando chicle bubaló sabor mora. Mientras esto se sucedía, un hombre bien vestido (según ella) la abordó amablemente. Esta persona le dijo a la señora Rufina que él era el gerente de la tienda, después procedió a explicarle que hacía un tiempo que les habían surtido varios televisores al parecer de plasma, led o lcd, pero que tenían que venderlos a como diera lugar ya que eran excedentes en el inventario. Ella lo miró, él la miró hasta que por fin el vato rompió su silencio para decirle: "le ofrezco una pantalla de las más grandes a sólo tres mil pesos". Rufina titubeó un rato y después dijo: "es que nomás traiigo mil".
El supuesto gerente respondió e forma educada y correcta: "pus échelos". La muy pen... digo, la inteligente señora le dió los mil pesos y el sujeto le hizo entrega de una caja que contenía la dichosa pantalla. Todos felices, todos contentos hasta que...
No sé describir la alegría que me causa el desenlace de esta cruel historia de odio e idiotez humana, pero aún hoy me río cuando lo rememoro. Porque la mujer llegó a su casa, sacó la pantallota y para su sorpresa... era una hoja de triplay con uno de esos sujetadores que traen las verdaderas pantallas planas.
La mujer tuvo aún la iniciativa de ir a interponer una denuncia en contra de no sé quien por el engaño que sufrió (me parece que también abrió un club imbéciles engañados).

Ahora quiero mencionar que yo debería tener una membresía Gold de este club de la imbecilidad pues debo admitir que a mí, me pasó lo mismo. No fue una pantalla lo que me quisieron vender sino un celular Nokia. Esto ocurrió en el año 2008 en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas una vez mientras salía de la tienda Soriana. Al igual que a Rufina me saludaron dos tipos, pero estos vestían medio cholos, me dijeron que ese día por la madrugada robaron una tienda movistar y que traían un montón de celulares. Es más, hasta me dieron un catálogo de los modelos que traían. Insistieron lo suficiente para que yo me interesara en un Nokia color rojo, con cámara y todo el rollo. Me dijeron que valía mil pesos, pero yo sólo contaba con seiscientos... "pus échalos", dijeron. Y uno de ellos se metió al carro en el que venían y en un mometo me entregó una caja con el estampado del celular que pedí, les entregué el dinero, me di la vuelta, avancé unos pasos y escuché como salían quemando llanta de aquel estacionamiento. Imaginé lo que sucedía. Crucé la calle y me animé a desempacar lo que sea que me hubieran dado...

Bueno, para qué les digo más. Esa es la historia de cómo compré los pedazos de ladrillo (block, bloques para la construcción) más caros que he conocido...

Desde ese día, no me confío de nadie, y eso mismo es lo que ustedes deben hacer, o ¿están dispuestos a pertenecer al club de los imbéciles engañados?

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